miércoles, 28 de marzo de 2007

Feliz cumpleaños, OSCAR

Hoy hace nueve años le gané a la vida otro tesoro de los que ella guarda. Conseguí tener a mi segundo hijo, Oscar. Hay tesoros que son más valorados por lo difíciles que han sido de conseguir. Este ha sido el caso de mi maternidad, que fue una guerra larga pero de la que salí victoriosa dos veces. Sí, algo de luchadora tengo y de no rendirme facilmente también.


El 28 de marzo de 1998 nació Oscar, pesando la friolera de 4,120 kg. Fue un parto de película, si no fuera porque esta vez también me pasé toda la noche con él. Era el primer parto que asistía la doctora de la Seguridad Social que me tocó en suerte. Y aunque todo fue muy bien, cuando salió la cabeza (nada de cabecita en este caso) encontró el problema de unos hombros anchos. 'No puedo sacarlo..' MM acudió en su ayuda 'Si quieres estiro yo que tengo más fuerza'. Afortunadamente para todos la comadrona experta tomó las riendas de la situación y en breve tenía a un bebé aún sucio sobre mi cuerpo desnudo. Piel con piel. Mi corazón acompasa y acompaña su salida al mundo. Respiro hondo. No hay mayor plenitud que la que se siente en ese instante. Oscar llora y yo le hablo. Minutos más tarde empezaré a cantarle. Sí, mis hijos se han acostumbrado a este tipo de tortura desde su nacimiento. Creo que ahora ya son inmunes a mis cantos.

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Nueve días después de su nacimiento, Gabriel, que no ha tenido tiempo de apreciar que era hijo único y ya tiene un hermano (ventajas de llevarse sólo 17 meses y un día) acepta posar y abrazar y besar a ese bebé con olor a tierno y llanto inconfundible. La felicidad son isntantes. Instantes maravillosos que gracias a la memoria puedo recuperar y revivir una y mil veces en mi cabeza. De ese modo, recordando esa felicidad, vuelvo a ser feliz. Otro tesoro que robarle a la vida: la capacidad de recordar y revivir.

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